Llama la atención que existiendo tantas posturas descritas e ilustradas para realizar el coito heterosexual, se haya prestado tan poca atención a las posturas y las formas de estimulación.
Esto nos da una idea de hasta qué punto se ha ignorado la sexualidad femenina. Simplemente se ha asumido que a ella debe gustarle lo mismo que a él, y que no debe necesitar nada más para disfrutar.
Sin embargo, y como ya hemos visto en otros artículos, el estímulo del pene en la vagina no es suficiente para llegar al orgasmo en la inmensa mayoría de las mujeres.
Por el contrario, lo más frecuente es que las mujeres alcancen el orgasmo principalmente por estimulación del clítoris. Cito aquí, para no extenderme, los resultados del Informe Hite sobre Sexualidad Femenina, que mostraba que el 72% de las mujeres que no lograba un orgasmo en el coito, pero el 93% sí lo tenía con una estimulación distinta a la que recibía durante el coito (esto es, con la mano, con caricias orales, etcétera).
¿Clítoris y coito?
Muchas mujeres saben cómo llegar al orgasmo en la masturbación a solas, pero no tienen orgasmos durante los coitos con su pareja. En estos casos, la mujer podría comunicarle a él el tipo de caricias que disfruta, el ritmo y la presión más adecuados, para poder compartir con él el orgasmo.
Una vez que la mujer sabe estimular sus genitales para llegar al orgasmo con la pareja presente, o incluso ha aprendido también a hacerlo él, se puede unir esta estimulación al coito de cara a hacer también del coito un juego placentero para ambos. En el coito propiamente dicho, existen muchas posturas en las cuales el varón o la propia mujer pueden estimular el clítoris de ella, a la vez que realizan la penetración.
Tomemos un ejemplo: la postura coital denominada ‘del perrito’ en la que se realiza la penetración vaginal por detrás (estando la mujer ‘a cuatro patas’ y su pareja situada detrás), resulta muy atractiva para muchos varones, y de hecho en las películas pornográficas se repite con frecuencia. En esta postura se puede simultanear la penetración vaginal con la estimulación del clítoris femenino (algo que, por cierto, ya no suele aparecer en las mencionadas películas pornográficas).
La estimulación del clítoris la puede realizar la propia mujer, o también la puede realizar el varón. Al principio, las caricias de la propia mujer pueden resultar incluso más apropiadas, ya que ella misma es la que siente las caricias que recibe, y con ello, las puede ajustar y controlar más adecuadamente para llegar al orgasmo.
Después, puede explicarle a su compañero, dirigiendo incluso su mano, para que lo haga igual que lo hace ella misma. En el caso del varón, basta con que alargue un poco la mano, y la introduzca entre los muslos de la mujer, para que llegue sin problemas a estimular el clítoris, siempre y cuando él haya aprendido previamente cómo acariciarlo. La mujer también le puede indicar a su compañero durante el coito cómo ir variando dicha estimulación para que se ajuste más a su gustos (más deprisa, más despacio, un poco más suave, con un ritmo más rápido, con caricias más indirectas del clítoris… etcétera).
Las instrucciones no necesariamente tienen que romper el encanto de la situación, sino que en muchos casos se pueden tomar como una parte más del juego erótico, con sentido del humor y como algo lúdico, que aumenta la intimidad, el conocimiento mutuo, e incluso para algunas parejas resulta divertido.
Tomemos por ejemplo otra postura coital: él está tumbado de espaldas y ella está sentada encima de él, estando ambos de cara. En este caso, mientras realizan la penetración la estimulación del clítoris se puede producir de la misma forma: puede hacerlo ella misma, o puede hacerlo él con la mano.
Algunas mujeres en esta postura coital estimulan de forma indirecta su clítoris, frotando su pubis contra el pubis de él. De esta forma, algunas mujeres tienen así orgasmos durante el coito, sin acariciar con las manos su clítoris, porque lo están acariciando de forma indirecta el frotarlo con el pubis de él. En realidad el orgasmo viene producido en estos casos más por la estimulación indirecta del clítoris que por la penetración en sí. Pero resulta curioso señalar que algunas parejas (mujeres y hombres) que realizan esta postura coital con resultado de orgasmo femenino, atribuyen a la penetración, y no a la estimulación indirecta del clítoris, el orgasmo de ella.
Sin embargo, es preciso mencionar que esta estimulación indirecta del clítoris no basta a la mayoría de las mujeres para llegar al orgasmo, según muestran todos los estudios sexológicos. En algunos casos, por tanto, no sería mala idea unir una estimulación más directa del clítoris con el coito, si es que se pretende que la mujer tenga orgasmos con el coito (aunque otra posibilidad es que ella tenga orgasmos con relaciones no coitales).
En algunas ocasiones existen prejuicios con respecto al hecho de que sea la propia mujer la que se acaricie el clítoris estando él presente. Una vez más, nos encontramos con cierta presión social para que la mujer se comporte de forma pasiva en los encuentros eróticos, y deje en manos de él su sexualidad (su estimulación, sus caricias…), en esta caso se manifiesta bajo la idea de que la mujer no debe tocarse a sí misma para producirse un orgasmo, y menos si él está presente.
A veces los roles establecidos restan a ambos posibilidades de amarse y disfrutar juntos. ¿Por qué habría de ser el hombre siempre el que acariciara su clítoris? ¿Cuál es la razón de que deba ser él el que lo haga? Él no es el responsable del orgasmo de ambos, y a veces el que ella se haga cargo de su propia estimulación en la relación erótica puede traducirse en mayor satisfacción para ambos y un reparto más equitativo de papeles (ella se responsabiliza de su propia sexualidad, y él participa pero no tiene la presión de obtener el orgasmo de ambos).
En otro artículo dedicaremos unas líneas más a hablar de este tema. Me despido con una cita de la mencionada autora Shere Hite: “A partir de mis investigaciones, no creo que sea ‘un problema’ que las mujeres, en general, no alcancen el orgasmo durante el coito, dado que la mayoría de ellas lo alcanza de otra forma y suelen disfrutar con el coito en las circunstancias apropiadas. No hay ningún problema, salvo que la definición de sexo que conocemos excluye la estimulación que las mujeres necesitan. El problema no son las mujeres, sino la sociedad que debe cambiar su definición de sexo”. Tal vez sea esta errónea definición de sexo la culpable que de los manuales de posturas coitales hayan olvidado sistemáticamente al clítoris femenino.